22 de julio de 2012

La farsa del progreso

El progreso es una de las muchas ideas que ha sido impuesta y dogmatizada por el sistema, tanto que poca gente se atrevería hoy en día a hablar en contra del mismo. Dicen que sin el progreso no estaríamos donde estamos, sino en la época de las cavernas. Pero, ¿dónde estamos realmente? ¿Cuál es el resultado del llamado progreso? ¿Guerras? ¿Hambre? ¿Miseria? ¿Crisis ecológica? Porque puestos a comparar, hagámoslo con aquellos humanos ajenos a toda idea de progreso, aquellos que viven en tribus en tierras de África o América y que viven una vida íntegramente distinta. Ninguno de los males que afligen a la sociedad del progreso se encuentra en éstas sociedades. ¿Cuál es entonces el sentido del progreso? Simplemente el que se le quiera dar.

El sentido que se le ha dado al progreso sobre todo desde la época de la revolución industrial ha sido y es estrictamente económico, científico y técnico. En detrimento el progreso ético y social se han perdido por el camino. Las consecuencias son las que nos quedan ahora, algunas ya mencionadas, otras más ocultas que tienen relación con el control de la conciencia humana, y que -pendientes de un estudio más exhaustivo- parecen vaticinar un futuro oscuro o cuando menos incierto. Por otra parte, la idea actual del progreso tiene un carácter totalitario, pues no permite nunca su cuestionamiento, afirmando que cualquier forma de recesión es mala, y por si esto no fuera suficiente, ésta idea es encumbrada como si fuera la meta final de la civilización.

El progreso económico se ha centrado básicamente en la idea de la acumulación. En relación con la explosión demográfica, cada vez se hizo más necesario producir más bienes de todo tipo y a la vez más deprisa para cubrir las necesidades de cada vez más personas en el globo. Es decir, la preocupación principal era la cantidad sin tener en cuenta la calidad. Aparte de las necesidades elementales que toda persona necesita, se fueron inventando nuevos productos cada vez más sofisticados y así, se hizo necesaria una forma de crear un valor abstracto y numérico a cada producto que debía de ser intercambiado entre los individuos. Surge el dinero y los encargados de administrarlo, los bancos. A la vez, se crean los salarios como una forma de dar valor al trabajo realizado. Los privilegios ya establecidos de antaño son heredados por los nuevos burgueses, llamados liberales y los primeros economistas como Adam Smith teorizan en favor de los intereses de los estados de administrar los bienes y las primeras empresas, que luego llegarían a ser corporaciones, creando la ley de la oferta y de la demanda y estableciendo las bases del llamado sistema capitalista actual. En resumen, y objetivamente hablando, el progreso económico está basado en la ley de la explotación del hombre por el hombre sin posibilidad de igualdad y cohesión social alguna, justificando la práctica eterna del privilegio y condenando a más de la mitad de la humanidad a la ignorancia, la miseria y el hambre.

La tecnología se entiende como un conjunto de mecanismos orientados a hacernos la vida más cómoda -o más compleja, según se mire-. Una vez cubiertas las necesidades biológicas del hombre, que básicamente se pueden resumir en la del alimento, el vestido y el cobijo, la era de la civilización se caracteriza entre otras cosas por la continua invención de nuevas técnicas y productos para cubrir las nuevas supuestas necesidades. Faltaría dilucidar si estos productos responden a nuevas necesidades o si son las necesidades la que aparecen con la invención de los productos. Pero dejando al margen los orígenes, en la actualidad el progreso tecnológico ha evolucionado desde el uso de la herramienta hasta el gran salto hacia la máquina, en lo que nos ha deparado el bombardeo continuo de nuevos inventos en forma de millones de artilugios que crean nuevas necesidades, fomentando por doquier una sociedad basada en la dependencia de la técnica y el materialismo extremo. La paradoja de la tecnología es su tendencia irrevocable a fabricar cosas cada vez más complejas en vez de simplificarnos la existencia, facilitando así la labor de tecnócratas y tecnófilos y relegando a los críticos a un segundo plano. Así, la tecnología es dirigida mayoritaria e intencionadamente al ámbito del entretenimiento para irrumpir en la sociedad de masas creando en el consumidor tentaciones imposibles de evitar y una desmesurada devoción sin parangón alguno en la historia.

El progreso científico pretende erigirse como la culminación de todos los progresos humanos. A pesar de que en la actualidad la ciencia debe superar todavía obstáculos como el del antiguo conflicto que aún mantiene con la religión y pese a las reticencias de algunos políticos de dar rienda suelta a las investigaciones científicas en sus respectivos países, éste se prevee -junto con la tecnología ya consagrada- como la nueva fe de la humanidad. La ciencia nace como una forma de satisfacer las infinitas curiosidades del hombre en el mundo físico cuando aún ni siquiera ha comenzado a controlar su mundo espiritual. Así, este surgir está viciado desde el principio en todo su conjunto, desestimando los principios éticos -por ejemplo, aún no ha superado la ya desarticulada  justificación de la experimentación en animales-, en un alarde de ambición y egoísmo que olvida sistemáticamente la tragedia que aflige a más de la mitad de la humanidad  y a otros millones de seres de otras especies. En este sentido la ciencia es parcial y excluyente, operando siempre al servicio del beneficio estatal y corporativo, y obviando el beneficio colectivo.

Podemos tener la certeza de que la idea del progreso ha sido apropiada y desmenuzada por el sistema en su afán de difundirlo según su propio interés, dotándolo además del más puro dogmatismo, y obviando cualquier alternativa que contribuya a cambiar su dirección. Lejos de aquella idea que nos vendieron con la llegada de la era industrial hace siglo y medio de que la industria y la técnica resolverían todos nuestros problemas, éstas no han hecho más que multiplicarlos a la máxima potencia. Cuando predijeron que acabarían con la mayor parte del sufrimiento humano, éste no ha hecho otra cosa que extenderse por todo el mundo como si fuera una pandemia. Entrado ya el siglo XXI la actual idea del progreso es la mayor estafa creada por el sistema social.

PRESENTACIÓN

Este blog es un conjunto de reflexiones sobre el comportamiento humano y sus consecuencias. Una crítica social de los errores -y lo que no son errores- que nos han llevado a la crisis de valores en la que actualmente estamos inmersos. A pesar de lo cual, es importante recordar que toda crítica en sí conlleva siempre una propuesta de cambio. Por otra parte, conviene dejar claro que en este espacio no se busca en modo alguno proponer soluciones globales, porque dada la complejidad y el entramado social que se abate hoy sobre nuestro tiempo, no creemos que las haya o si las hubiera, no creemos que sean viables de llevar a la práctica.

Sobre el autor no hay mucho que decir, salvo que es un individuo cualquiera que no merece la pena tener en cuenta más que lo que escribe.

Todos los textos son de libre y agradecida difusión, pues para eso han sido creados.


Nota sobre el estilo: Conviene aclarar que en estos textos se ha optado por utilizar el tradicional masculino en los sustantivos, pronombres, adjetivos y demás, no por una cuestión sexista en absoluto, sino más bien por una cuestión práctica. Entendemos que el uso de la x o la @ afea el estilo, además de que hace cansada la lectura y por eso hemos decidido no utilizarlo. Se podrá decir también que en vez del masculino se podría haber utilizado el femenino, pero esta vez por cuestiones de costumbre de redacción también se ha desestimado. Por tanto, mientras no aparezca algún otro signo neutro que nos convenza, utilizaremos el masculino. Disculpad las molestias.

La crisis de valores

Debido en gran parte a la educación que hemos recibido, y en parte a los aspectos culturales, desde que nacemos y hasta que nos hacemos adultos somos educados y orientados dentro de una escala de valores. En cada cultura, la escala de valores va en relación directa con los factores sociales, económicos, políticos, filosóficos, culturales, etc. de la época, y que son los que precisamente marcan qué valores predominan en esa escala y cuáles son los que se les da menor importancia. El sistema económico actual es un sistema basado en la competición, la desconfianza y la desigualdad de oportunidades, entre otros muchos; éstos, suelen ir en contraposición a valores como la generosidad, el respeto o el altruismo. Estando como está de extendido a nivel mundial, este sistema fomenta primordialmente la ideología coloquialmente difundida del “sálvese quién pueda”. Resulta paradójico que el sistema capitalista de la sociedad actual, que se supone a sí misma evolucionada de otras sociedades pasadas, tenga en un altar la idea de la supervivencia, en la que el más apto es el que más oportunidades tiene; la misma idea que prevalecía en los hombres prehistóricos e incluso en las especies animales. Si para esto nos ha servido el privilegio de la inteligencia, no podemos decir mucho en su favor. Efectivamente, hay cosas en las que no hemos cambiado mucho.

Pero, ¿de verdad estamos ante una crisis de valores? Sin duda. Antes que nada, quisiera aclarar que no entiendo la crisis de valores como una pérdida de los valores universales, sino que más bien representa una distorsión de los mismos, algo que se me antoja mucho más peligroso. A día de hoy, en las diversas culturas que existen, e independientemente de las diferencias sociales, económicas o religiosas, se puede percibir una aparente y generalizada actitud de respeto hacia los valores universales, tales como la libertad, la igualdad o la justicia. Sin embargo, cuando hablo de distorsión de los valores me estoy refiriendo a la idea errónea que se le está aplicando a estos valores como conceptos.

El primer ejemplo que voy a tratar es el de la libertad. Si definimos la libertad como el derecho que posee cualquier ser humano de decidir, actuar o comportarse de acuerdo a su voluntad, no podemos decir que el acto de elegir qué teléfono móvil necesita alguien o qué coche le gusta más sea un acto libre, porque la voluntad que supuestamente lo ha llevado a esa elección está condicionada por diferentes factores externos que alteran su conducta hacia cualquier acto determinado. El valor inicial de la libertad se nos presenta aquí claramente modificado. La cuestión estaría en tratar de dilucidar qué consecuencias tiene esto en el mundo real. Si este nuevo valor se extiende como la pólvora, y así lo ha hecho, se corre el riesgo de que todas nuestras decisiones estén marcadas por fenómenos como los condicionantes, la autoridad impuesta o las diversas técnicas de persuasión. En consecuencia, la voluntad que en principio nos conduce a decidir sobre los actos libres, es limitada e incluso anulada en la mayoría de los casos. Lo que entendemos por libertad ya no es libertad sino una forma muy sutil de condicionamiento de la mente, hasta el punto de que el sujeto no es capaz de percibirla.

El valor de la ética está sufriendo otro nivel de distorsión de nefastas consecuencias. El principal problema al que se enfrenta hoy en día la ética es que está siendo reestructurada en toda su definición. El actual sistema de rapiña que nos ha tocado vivir condiciona de alguna forma los juicios morales que trata de establecer la disciplina de la ética. Ya no es importante si algo es bueno o malo, sino si da beneficio o si no lo da; si sirve para o algo o no sirve. Es decir, se da más importancia al sentido material de las cosas que al espiritual. Y se actúa en función de esto. El mayor peligro que conlleva este tipo de distorsión es que los juicios morales verdaderos, aquéllos como el que dice “no hagas a nadie lo que no quisieras que te hicieran a ti”, tienden a ser relegados hacia formas banales de consideración, entre otras cosas porque la forma de vida fomenta continuamente y a todos los niveles, actitudes contrarias. Objetivamente, en la práctica, la ética ha perdido casi todo su valor. Si nos dedicáramos a analizar uno a uno los actos que suponen el beneficio de unos por la pérdida de otros, probablemente no acabaríamos nunca. Mientras que en un país se dé más importancia a la bajada o subida de los índices de interés que la situación dramática de hambre que sufren otros, la ética seguirá siendo un valor muerto.

Por último, nos vamos a referir al valor de la igualdad, concretamente a la igualdad de oportunidades. En un plano muy similar al de la ética, la igualdad ha sido secuestrada por los regímenes socio-económicos. Si nos remontamos en la historia lo suficiente, nos encontramos con la aparición de conceptos como el de los sistemas de jerarquía o la idea de propiedad. En el momento en que estos conceptos empiezan a aparecer, la igualdad de oportunidades se resiente y entra en declive. El sistema de jerarquía justifica la idea que atribuye al poder del fuerte sobre el débil, y se nutre de él indefinidamente. Con el tiempo, esta relación crea los privilegios y las clases sociales. Las diferencias entre ricos y pobres son cada vez más grandes. El concepto de la propiedad incrementa el poder del que la hizo suya por la fuerza, y su vez, el incremento de poder hace que las propiedades aumenten. Además, jerarquía y propiedad tienen la característica esencial de que son heredables entre generaciones, con lo que se garantiza la perpetuidad. La relación que adquieren estos dos conceptos es más que evidente y son los causantes directos de las desigualdades sociales y económicas, tanto que no será posible hablar de igualdad entre seres humanos mientras existan estos conceptos tan antiguos. En un plano similar está el valor de la justicia, que se ha visto relegada al plano jurídico, y cuyo principal objetivo es la que se destine a defender las propiedades de los más pudientes. En este contexto, la justicia se vuelve parcial y paradójicamente injusta. Las leyes son redactadas por los más poderosos de forma parcial e interesada y no tiene en cuenta su valor universal, el que reclama justicia por igual para todos los seres.

¿POR QUÉ LA ESPECIE ERRANTE?

Uno de los valores que nos enseña la antropología es el hecho de poder aplicarla en la actualidad. Los estudios realizados hasta la fecha por los antropólogos sobre la mayor parte de las tribus indígenas actuales, nos sugieren que éstas tienen un modo de vida totalmente diferente al modo de vida occidental. Una comunidad entre iguales, en plena armonía con el medio que les rodea, estas tribus representan sin duda la última huella viviente de los cazadores-recolectores de la época anterior al Neolítico. Libres todavía del dominio de la civilización, se refugian apartados en sociedades que no entienden de jerarquías, propiedad, riqueza, trabajo o cultura. Autores críticos como John Zerzan sugieren que fue precisamente hace unos 10.000 años, con la invención de la agricultura y la entrada en la era de la civilización, cuando el ser humano se desvió definitivamente de su camino natural y estos conceptos nuevos se adueñaron de las personas sin que ellos mismos fueran conscientes, desembocando en ésta época de decadencia y sumisión. Independientemente de cuándo, cómo y porqué nos desviamos del rumbo que éstas tribus llevaron durante cientos de miles de años, resulta palpable que este ha sido el camino equivocado, convirtiendo a la casi totalidad de la especie humana en una especie que vaga sin futuro: una especie errante.

14 de julio de 2012

Nacionalismo y deporte

Desde tiempos inmemoriales los seres humanos se han constituido en pueblos, grupos o culturas. Dentro de cada uno, cada individuo tiene su propia identidad, pero a la vez comparte aspectos comunes con el resto de individuos que componen dicho grupo, tales como la lengua, las costumbres, los rasgos físicos, etc. En la era moderna, las revoluciones burguesas y el crecimiento de los pueblos estableció el concepto de nación como idea máxima para delimitar geográfica y socialmente cada pueblo, creando las fronteras que habían de separarlos, los ejércitos que debían defenderlos y los símbolos que diferenciaban a cada uno de ellos. Es en este período cuando empiezan a aparecer los primeros movimientos independentistas como en Italia o Alemania, reclamando nuevos territorios como nación, y en donde surgen fuertes sentimientos de apego hacia lo propio. En sí, estos sentimientos de apego no tienen aparentemente nada de malo. Sin embargo, y a colación de lo que queremos reflexionar en este escrito, la historia demuestra que éste sentimiento a menudo tiende a una pasión desmesurada, que en el peor de los casos se torna en fanatismo.

Históricamente, el fervor nacionalista ha sido una pieza clave en el ámbito militar y político. Los estados que se declaraban en guerra necesitaban el apoyo incondicional de sus súbditos si querían salir victoriosos y para ello debían inculcar en las masas la idea de que el amor a la patria estaba por encima de todo. El extremo de ésta idea culminó en Alemania con la ideología nazi, en la que millones de alemanes fueron embaucados por la sinrazón de un partido y de un hombre que tenía el afán de conquistar el mundo. Pasado el período de guerras mundiales, guerras frías y las llamadas “guerras contra el terrorismo”, el mundo actual se encuentra en una aparente calma bélica. Aún así, el sentir nacionalista nunca decae. Si bien en el ámbito político se mantiene viva la presencia de grupos políticos ultraderechistas en muchos países, con fuertes tendencias nacionalistas, en el ámbito en donde se ha impuesto de manera abrumadora es en el deporte. Como fenómeno de masas y susceptible de ser controlado por los estados, se convierte en el vehículo más adecuado para conservar e incluso extender el sentir nacionalista en vista a futuras contiendas bélicas.

Los mundiales de fútbol y los campeonatos por continente, como la Eurocopa, son sin lugar a dudas el evento deportivo que goza de mayor repercusión a nivel mundial y por ende mayor demostración del sentimiento nacionalista. Diferentes rivales que representan cada nación se enfrentan entre sí con el objetivo de afianzar más su prestigio a nivel mundial. Los nacionalistas han encontrado el momento perfecto para la aceptación social de sus sentimientos. Además, muchos otros considerados no nacionalistas se suman de forma contagiosa a este sentir generalizado adoptando -sin quererlo en un principio- sentimientos iguales. Al ser un fenómeno de masas, el nacionalismo se masifica y en consecuencia el deporte se convierte en la herramienta que lo justifica ante cualquier ataque o crítica. Centrándonos en nuestro país, cuando España ganó inesperadamente su primer mundial, la fiebre nacionalista se extendió por todo el territorio. Todo el mundo podía exhibir la bandera sin miedo a ser criticado por ello, por la calle, en su coche, en su terraza, en cualquier sitio. El fenómeno nacionalista ya no solo es político o social, ahora y sobre todo, es deportivo.

No obstante, hay que decir que el sentir nacionalista no solo se presenta en el deporte rey. Hay otros deportes que sin saber muy bien el porqué, también son propensos al fervor nacionalista cuando se produce el despunte de un deportista español, como en el ciclismo con Induráin y sus cinco tours, en el tenis con Rafa Nadal o el automovilismo con Fernando Alonso. Incomprensiblemente, personas no aficionadas a estos deportes se suman -como si de una epidemia se tratara- a este fervor por el único hecho de que un español destaca sobre el resto, en una supuesta muestra de orgullo hacia su país.

Ya a nivel internacional, otro momento en que el nacionalismo emerge -aunque quizás en menor medida- es en las Olimpiadas. Aquí, el resto de deportes son nuevamente objetivo de los sentimientos nacionalistas que aprovechan cualquier oportunidad para expresar su devoción hacia el equipo de turno o deportista individual que compite. Lejos de ser una forma de cohesión internacional entre los pueblos y de fomentar la idea del deporte como un mero juego, las Olimpiadas suponen para los estados una forma de alimentar la lucha perpetua entre ellos por conservar y engrandecer el prestigio nacional y por seguir perpetuando el sentimiento nacionalista. Además son, ante todo, una oportunidad de negocio para las grandes empresas que se dan cita en ellas.

No es casual la relación que hemos tratado de establecer entre el deporte y el sentir nacionalista. Las competiciones deportivas son una muestra del instinto de lucha inherente al ser humano en todas las épocas. Representantes deportistas de los países se enfrentan en una lucha simbólica, como si de una guerra se tratase, en un esfuerzo perseverante por conservar la identidad nacional. A su vez, millones de aficionados salen en masa como si fueran hordas de un ejército en una demostración de tensiones, expresando sentimientos de odio, alegría, ira, pasión, etc. Alienados e idiotizados por los estados, son utilizados como ovejas de un rebaño para perpetuar la lacra del nacionalismo.

LIBROS

En este apartado iré incluyendo poco a poco una lista de libros de interés
social que recomiendo. Algunos que he leído y otros que tengo pendiente
de leer. Sobre todo ensayos, pero también alguna que otra novela.


Considero que la lectura es una base fundamental para la formación del espíritu
crítico de aquellos y aquellas que deseen indagar en la historia del ser
humano y en las causas de nuestros actos. A la vez que enriquece, es
otra forma más de pasar el tiempo. Así que ya sabes, apaga la tele y
cógete un libro.



- La desobediencia civil (Henry David Thoreau).
Libro panfletario e influyente del siglo XIX, en el que el autor explica con razones convincentes cómo de forma pacífica se puede evadir y a la vez enfrentarse al poder establecido.


- Psicología de las masas (Gustave Le Bon).
Una breve introducción a la psicología social que trata de establecer con fundamentos los patrones diferenciales de comportamiento de las masas y de los individuos.


- Mundo al revés (Ángel Padilla).
Novela corta que aporta una reflexión de carácter futurista y trágica en la que los animales son los dominantes y los humanos los dominados.


- Manifiesto contra el progreso (Agustín López Tobajas).
Alegato crítico y profundo sobre la ficticia idea del progreso del humano postmoderno y sus consecuencias nefastas.


- ¿Qué es la propiedad? (Pierre Joseph Proudhon).
 “La propiedad es el robo” . Con estas palabras define Proudhon su idea de propiedad, que cuenta con todo detalle en este clásico ensayo.


- La sociedad industrial y su futuro-Manifiesto Unabomber (Ted Kaczynski).
Lúcido y completo alegato en contra del sistema tecno-industrial y estrategias para derrocarlo.


-En defensa del decrecimiento (Carlos Taibo).
Interesante propuesta sobre los principios del decrecimiento económico.


-El jainismo. Historia, sociedad, filosofía y práctica (Agustín Pániker).
Una obra completa sobre los valores morales y la práctica ascética de la religión jainista.


-Un mundo feliz (Aldous Huxley).
Distopía sobre una sociedad futura gobernada por la tecnología más sofisticada y el condicionamiento humano. Lo más significativo es que se trata de una posible evolución del mundo actual.


-Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres (Jean Jacques Rousseau).
Atrevida obra del siglo XVIII en la que se pretende profundizar en el origen de las desigualdades sociales, y en la que se ponen de manifiesto los mitos sobre la vida en estado salvaje.


-El hombre unidimensional (Herbert Marcuse).
Otro análisis de las sociedades industriales y las mentiras de la democracia.


-No logo: El poder de las marcas (Naomi Klein).
Una crítica sobre las nuevas formas publicitarias de poder.


-El reino de Dios está en vosotros. (Lev Tolstoi).
Este libro, prohibido y censurado en la Rusia zarista de finales del XIX, es una obra imprescindible para todos aquellos que hayan escogido el camino de la verdad. Asímismo y a pesar de lo que el título pueda sugerir, las ideas que expresa son revolucionarias y aplicables a la época actual.


-1984. (George Orwell).
Extraordinaria novela distópica que muestra una sociedad totalitaria y controlada por métodos deshumanizados.


-Jaulas vacías. El desafío de los Derechos de los Animales. (Tom Regan).
Imprescindible y decisivo ensayo sobre la necesidad de establecer más allá de una cuestión teórica los derechos que les han sido usurpados a los animales.


-El mito de la máquina. Técnica y evolución humana. Vol.I. (Lewis Mumford).
Fantástico ensayo que ofrece perspectivas muy diferentes de las versiones oficiales antropológicas e históricas sobre la cultura, el lenguaje y la técnica.


-La abolición del trabajo (Bob Black).
Manifiesto que aporta mediante datos contrastables la definición del trabajo y sus consecuencias. A pesar de que pueda resultar utópico y que las alternativas que propone son chocantes, dice verdades como puños. Imprescindible su lectura.


-Juicio a los humanos (José Antonio Jáuregui)
Una fábula tan divertida como seria sobre las relaciones entre animales y humanos. Esta vez, son  los animales los que llevan a juicio a los humanos, extrayendo una moraleja esencial.


-Armas, gérmenes y acero (Jared Diamond).
Extraordinario compendio sobre las diferencias entre civilizaciones de la historia de la humanidad en los últimos 13.000 años y las causas y efectos de los choques interculturales. No dejará de sorprendernos.


-El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin).
Una exposición ampliamente demostrada y plagada de ejemplos en defensa del apoyo mutuo como condición natural de las especies y motor de evolución y adaptación.


-La edad de la técnica (Jacques Ellul).
Análisis exhaustivo sobre el poder de la técnica frente al valor de lo estrictamente humano. Un trabajo revelador.


-Contra la megamáquina (David Watson).
Breve ensayo que pone en cuestionamiento la propia esencia de la civilización y su culminación tecnológica.

-Porqué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas (Melanie Joy).
Importante estudio psicológico sobre la ideología oculta del carnismo. Una lectura esencial para aquellos que crean en la necesidad de cambiar nuestras relaciones con los animales.

-Perros de paja (John Gray).
Reflexiones sobre los humanos y otros animales. 

-La costa de los mosquitos (Paul Theroux).
Un genio rebelde y luchador busca la forma de huir de la civilización. Pero sus pretensiones de llevarlo todo hasta el extremo y su carácter despótico y a menudo contradictorio, le arrastran a él y a su familia hacia el desastre. Una novela entrañable que muestra los enigmas de la naturaleza humana.

-El pensamiento es tu enemigo (U.G. Krishnamurti).
Ensayo en forma de entrevista en el que se desvela, entre otras cosas, una reflexión interesante sobre el pensamiento humano en su origen. 

-La peste escarlata (Jack London).
Novela corta de este autor tradicional de aventuras en donde se recrea un ambiente postcivilizado en el que la humanidad tiende a lo salvaje. Se advierte una dosis alta de crítica y resentimiento de las sociedades modernas. 

-Historia del suicidio en Occidente (Ramón Andrés).
Completa y diferente versión sobre el suicidio ampliamente documentada. 

-El salario del gigante (José Ardillo).
Distopía plausible del actual sistema de vida. Da mucho qué pensar. 






DOCUMENTALES



LA CORPORACIÓN


Y TU...¿CUÁNTO CUESTAS?


EARTHLINGS


LA PUBLICIDAD AL DESCUBIERTO


CONTRA LA CIVILIZACIÓN PRODUCTIVISTA, ANARCOPRIMITIVISMO


LA DOCTRINA DEL SHOCK


COMPRAR,TIRAR,COMPRAR


SURPLUS, CONSUMIDORES ATERRORIZADOS


LA HISTORIA DE LAS COSAS


LA DICTADURA CIENTÍFICA,ENTREVISTA A ALDOUS HUXLEY


ANIMAL


LA ERA DE LA ESTUPIDEZ