9 de agosto de 2015

Respuestas para desmontar argumentos carnistas

En la causa por la abolición de la esclavitud animal, muchos defensores de la misma, que aún son muy pocos en proporción a la población humana mayoritariamente carnista, deben aguantar cada día el olvido de una gran mayoría de personas que aún no quieren ver y menos admitir que existe un problema grave en nuestras relaciones con los animales. Se trata de un problema que parte del antropocentrismo ancestral que nos han legado nuestros antepasados, lleno de mitos y mentiras que nos han repetido miles de veces y que se nos ha quedado en la sesera de forma preocupante. Es además un ataque a la dignidad humana y a una parte esencial de la naturaleza salvaje: los seres vivos que durante miles de años han sufrido el abuso de una especie que se empeña en usar a su antojo todo lo que habita este planeta.

Aunque este olvido se debe más a la ostentación y la arrogancia potenciada por la sensación de seguridad argumentativa que ofrece la masa, la inmensa mayoría que inconscientemente contribuye a la esclavitud, holocausto y sufrimiento perpetuo de millones de animales en el mundo, carece además de una base mínima de razones para defender lo que hace y lo que come; -se debe precisar que a quienes nos referimos es a aquellos millones de animales utilizados como recursos alimenticios, que representan más del 99 % del total de animales asesinados para el beneplácito de la humanidad-. Estos animales son -y no por casualidad, por cierto- quienes más sufren, a pesar de que ellos no puedan saberlo, la mayor falta de consideración, indiferencia y respeto hacia su vida y de ahí esa diferencia de consideración con respecto a otros animales usados y asesinados para otros beneficios humanos como puedan ser la vestimenta, la ciencia, el deporte o los espectáculos de todo tipo.

Pero no es el olvido y la indiferencia a lo único que se tiene que enfrentar el defensor de la causa de los animales -casi siempre en minoría- las pocas veces que se presenta la cuestión en cualquier ambiente social. A veces, los defensores de los animales se deben enfrentar al desprecio y la burla de las personas más arrogantes que hacen ostentación del antropocentrismo, los representantes de la ideología carnista, personas con extremo apego por la carne, altamente sistematizadas en esta cuestión o que tienen algún tipo de vinculación directa e interés con la industria cárnica. En su intento de desacreditar los argumentos y razones de los defensores de los animales se dedican a extender un gran número de argumentos falsos y retorcidos que se han aprendido al dedillo.

En este nuevo artículo vamos a desmontar con total seriedad y convicción algunos de estos argumentos a los que aluden no solo estos individuos, sino muchos carnistas inconscientes en favor del consumo de carne, o en honor a la verdad, en favor de la matanza indiscriminada y la opresión que sufren millones de animales para beneficio de la humanidad.


El argumento de las plantas

Aludir a las plantas como seres sintientes es uno de los argumentos más repetidos. Pero es curioso, uno esperaría que quienes aluden a las plantas como seres sintientes con el fin de justificar la legitimidad de comer animales, lo hiciera porque busca defender a las primeras del consumo humano como seres sintientes que dicen ser. Pero todo el mundo sabe que no lo hacen por eso. Si aluden a las plantas como seres sintientes es únicamente para reafirmar que “quien se niega a comer animales porque son seres sintientes debería hacer lo mismo con las plantas y no lo hacen”. Evidentemente, este argumento parte de un error nefasto: las plantas no son seres sintientes, o al menos carecen de las pruebas de la sintiencia que sí tienen todos los animales. Estas pruebas son:

-El movimiento. Las plantas carecen de locomoción, por tanto de una incapacidad de huir ante el dolor o la amenaza de muerte. En la evolución, toda adaptación tiene una función y el movimiento sirve ante todo como una huida ante el dolor, entre otras cosas. Si las plantas sintieran dolor, ¿por qué no han desarrollado el movimiento? Aunque es cierto que algunas plantas han desarrollado un medio de defensa, esto no quiere decir que el motivo haya sido evitar la amenaza por un posible dolor o muerte, sino más bien por una cuestión de preservar sus semillas y su capacidad de reproducción.

-Sistema de comunicación. Las plantas carecen de un sistema de comunicación propio, motivo que les impide alertar a otras plantas de una posible amenaza que implicara dolor o muerte. Es lo mismo que lo expuesto arriba: si las plantas sufrieran, habrían desarrollado medios para ayudarse entre ellas ante posibles amenazas, como sí han desarrollado casi todas las especies de animales.

-Sentidos. Las plantas carecen de sentidos propios de los animales: ni ojos para ver, ni oídos para oír, ni nariz para oler, ni boca para degustar, ni tacto para tocar. Esta cuestión evidencia que las plantas carecen de sistema nervioso y por tanto de la capacidad de sentir dolor y menos sufrimiento.

-Conciencia. La carencia de estos tres elementos hace que una planta no pueda tener nada que pueda compararse a la conciencia animal. Pero la ausencia de un órgano como el cerebro lo confirman del todo.

Muchas veces se objeta que las plantas reaccionan a diferentes estímulos externos como la luz, el clima y el viento, o se argumenta a su vez que algunas plantas desarrollan mecanismos de defensa especiales frente a depredadores, hongos o bacterias, lo cual no deja de ser cierto, pero esto no evidencia que las plantas posean la capacidad de sentir dolor y sufrimiento y tampoco conciencia.

Pero aún con estas pruebas observables por cualquier mortal y avaladas por la ciencia, hay quienes siguen preguntando obtusamente dónde estaría el límite. Dicen convencidos que si es ético dejar de comer animales porque sienten, también habría que hacer lo mismo con las plantas. Uno se percata de que en su argumento no hay motivación ética alguna, resulta una autojustificación errada para poder seguir comiendo de todo. Y si lo fuera, deberían ser consecuentes, dejar de comer tanto animales como plantas -seres sintientes según ellos- y limitarse a comer una dieta frugívora.


El argumento de la carne ancestral

A menudo se escucha que los seres humanos llevamos comiendo carne toda nuestra existencia. Este argumento es falso por varias razones:

En primer lugar, el ser humano no desciende de animales carnívoros ni omnívoros, tampoco de hervíboros. El ser humano desciende de animales frugívoros. Por tanto, los primeros homínidos eran recolectores de frutos y excepcionalmente comían animales muy pequeños.

En segundo lugar, las migraciones constantes y las condiciones ambientales adversas pudo motivar una disminución de los frutos que sustentaban a los hombres primitivos recolectores y esto motivó a su vez que algunos grupos de humanos se vieran obligados a alimentarse de la carne de animales más grandes, pero al principio ni podían ni sabían cazar, por lo que eran más bien carroñeros.

En tercer lugar, al cabo de miles de años de carroñear algunos grupos de humanos empezaron a cazar, pero este hecho es más bien tardío en la evolución humana: las pruebas sugieren que ocurrió sólo en los últimos milenios del paleolítico. Con el paso del tiempo, los grupos de humanos que se vieron obligados por las circunstancias a practicar la caza, pudieron perfeccionar sus técnicas y con el tiempo descubrir la domesticación.

Es cierto que llevamos muchos milenios comiendo carne pero las pruebas antropológicas nos confirman que fue un hecho motivado por las circunstancias. Con todo, el hecho de que algo se lleve haciendo muchos años no justifica por ello que deba seguir haciéndose si conlleva problemas de tipo moral.


El argumento de la salud

Las proteínas constituyen un nutriente esencial en nuestra dieta, al igual que otros, pero ello no quiere decir que tengan que provenir de la carne. Muchos vegetales las tienen en cantidad suficiente para cualquier ser humano. Si no, millones de vegetarianos en la India y en otros tantos países del mundo no hubieran sobrevivido. El motivo de que se le haya dado tanta importancia a este nutriente más que a otros no es en absoluto arbitrario, pues existen fuertes intereses comerciales detrás, pero como tantos otros mitos que se han difundido durante años, resulta insostenible. Numerosos estudios de expertos en nutrición atestiguan que las proteínas vegetales son igual de válidas y sanas que las proteínas animales y dicen más, las dietas con poca o nada de carne y pescado son a menudo más saludables que las dietas omnívoras comunes.


El argumento de la opción personal

Aún refutados tres de los argumentos más comunes, muchas de estas personas continuarían en su cerrazón diciendo que aún así, su decisión y deseo de comer carne debe ser respetado porque se trata de una opción personal. No pueden estar más equivocados. Comer carne no puede tratarse de una opción personal en la medida en que dicha opción está fundada en la violencia sistematizada, la esclavitud y la opresión de millones de seres con capacidad de sentir y sufrir; por tanto existe un problema moral grave que nadie debería tolerar y todo el que lo hace es por presión social y engaño. Es la acción de comer carne la que no debe respetarse en la misma medida que no se debe respetar toda acción basada en la violencia y el abuso, y es precisamente esto lo que denuncia todo defensor de los animales. Se respeta al individuo en sí pero no sus acciones si las mismas contribuyen a la violencia y la opresión injustificada de terceros.