7 de marzo de 2016

La moral interesada

En nuestras relaciones directas con los animales que nos proporcionan beneficio, ya sea en forma de comida, vestido o espectáculo, la postura de la mayoría de las personas es la de “mejor no saber cómo son tratados”. Esto en el caso de que alguna vez sean cuestionados, porque la mayoría de la mayoría no lo serán nunca, es decir, nunca tendrán la oportunidad de saber cómo son tratados -o mejor decir mal tratados- los animales cuyas partes se comen a diario o se visten con ellas en ocasiones.

Pero la cuestión no está solamente en el desconocimiento, pues muchos de los que ya lo saben siguen comiéndoselos como si no pasara nada. Estaríamos hablando no solo de un problema de saber, sino de consciencia, de que aún sabiendo cómo son tratados de mal los animales, “no me importa, me los sigo comiendo”. Los argumentos al respecto los hay de todo tipo, pero ninguno exento de gran dosis de egoísmo: “la carne está muy buena, llevamos toda la vida comiéndola, hay muchos problemas más importantes que los animales, etc.” Lo contrario sería hacer un ejercicio de empatía: preocuparse por lo que siente el animal que nos creemos con el derecho de arrebatar la vida por cuestiones de superioridad y arrogancia. Sin embargo, para evitar este sentimiento contrario al egoísmo, la mayoría de la gente lo recurre con evasiones o desviaciones. Aquí juega un papel importante la doble moral que nos han enseñado desde niños los sometidos y engañados del sistema. Pero a mí me parece más acertado llamarle “moral interesada”.

Y es que este tipo de moral que tan dañinamente nos impone el sistema es aplicada por muchísima gente que es incapaz de verla y reconocerla. Supone un gran problema no solo en las relaciones directas con los animales que nos sirven de beneficio, sino también en otros ámbitos de la vida que implican cuestiones morales. Si hablamos en primer lugar de los animales es porque es el caso más flagrante de moral interesada, ya que en este caso el sistema se ha tenido que esforzar en gran medida en el último siglo para hacer que los consumidores de animales puedan salir del paso usando la doble moral en sus argumentaciones y que dicha moral pueda resultar válida e incluso ser aceptada dentro de una ideología o sistema de valores, tal es el poder del sistema. Respecto a otro tipo de discriminaciones dentro del ámbito humano, tales como discriminaciones raciales o sexuales, todavía hoy se siguen dando posturas que se excusan en la doble moral, pero el sistema ha sabido adaptarse y ya son señaladas como formas reprobables.

Sin embargo nadie que viva dentro del sistema puede definirse como persona absolutamente moral, pues esta no solo es aplicable según la teoría, sino también en igual medida de la práctica. Esto significa que la moral teórica no sirve de nada sin la moral práctica, y de hecho, ésta última sería la más importante ya que es la que realmente ejecuta el acto en último término. A pesar de que pueda ser un caso raro, alguien puede practicar una moral de no discriminación y de respeto para con todos los que viven a su alrededor y en cambio tener ideas contrarias a ello, es decir, ser partidario del uso de la violencia y la discriminación por cualquier motivo. El caso más común es al contrario, la mayoría de las personas tienen ideas repulsivas contra el empleo de la violencia y contra la discriminación por motivos cuales fuera -o al menos así lo manifestarían si fueran cuestionados-, mientras que sus hábitos sociales les obligan no a ejercer directamente ellos la violencia ni la discriminación sino a permitir e incluso justificar que otros lo hagan por él, lo que hace que millones de seres sigan siendo esclavizados. En el trato hacia los animales esto está a la orden del día, pero también como veremos en el que se le da aún a muchos seres humanos que han nacido en zonas empobrecidas o conflictivas.

La discordancia entre la moral teórica y la moral práctica que impone el sistema de vida pulido por la modernidad no es más que una falta de coherencia entre nuestras ideas y nuestros actos. Lo que viene a afirmar que la moral y la coherencia son dos conceptos que o van de la mano por fuerza o no sirven para nada. Si la moral teórica nos enseña el modo en que debemos vivir respetando a los otros, la coherencia -o moral práctica - hace que estas ideas puedan materializarse. En el actual modo de vida impuesto por un sistema de valores difusos hay una discordancia absoluta entre lo que la mayoría de la gente piensa y lo que hace -o el resultado de lo que hace-. Por eso y otras cosas, este sistema social es reprobable e inmoral.

El problema de todo esto es que el sistema no permite a ninguno de sus miembros aplicar la coherencia moral absoluta -si es que esta es posible para el ser humano social y cultural-, incluso a aquellos que se erigen en la vanguardia de la lucha contra la discriminación y la violencia: aquellas personas con más conciencia que se esfuerzan en dar argumentos sólidos al resto, tal es el ejemplo del movimiento por los derechos animales o movimiento antiespecista (ambos términos son utilizados). Si bien estas personas han conseguido un nivel de coherencia bastante elevado dado que sus ideas antiespecistas precisamente defienden la no discriminación hacia todos los animales que no sean de la especie humana, de la misma forma que el antirracismo o el antisexismo (ampliamente aceptado hoy en día en la sociedad moderna), no puede admitirse que estas personas que además suelen llamarse veganas puedan ser absolutamente coherentes con sus ideas por el hecho de vivir en el sistema y tener que alimentarse de él.

Por eso, incluso hasta los veganos no pueden afirmar ser coherentes en sus ideas, pues aunque hayan dejado de contribuir a que se sigan esclavizando animales en granjas, circos o festejos de todo tipo donde se torturan animales, aún siguen usando y consumiendo coches, móviles y ordenadores, aparatos cuyo sistema complejo de fabricación permite y necesita que otros tantos millones de individuos tanto humanos como no humanos sean exterminados, desplazados y asesinados para ello. Por supuesto, no es este el lugar para extenderse en cómo funciona este proceso, pero la devastación natural por parte del ser humano es una prueba más que suficiente para afirmarlo. Podría objetarse “¿qué culpa tienen los individuos que han nacido y han sido educados para esta forma de vida?” Y podría responderse con total justificación que ninguna, pero esto no nos exime de ella, aunque sería más correcto afirmar que el sistema nos hace culpables y nos empuja constantemente a practicar la moral interesada. Admitir esto es importante porque nos hace ver con claridad lo negativo del sistema en cuanto a su contribución para la moral interesada o que las personas actúen siempre con doble moral.

El mayor de los problemas es que el sistema jamás podrá hacer que seamos absolutamente morales ya que fomenta constantemente la moral interesada entre sus miembros, tanto que es su razón de ser y así lo ha demostrado la historia de los movimientos contra la discriminación de todo tipo incluida la discriminación especista. El sistema puede adaptarse y hacer que el acto de superioridad del hombre sobre la mujer antes fuera  normal mientras que ahora es absolutamente reprobable. Con ello las mujeres han logrado después de años de lucha una cierta igualdad con los hombres en muchos aspectos sociales y laborales, pero tanto para lo bueno como para lo malo, lo que significa que ha sido más una lucha de igualación que de liberación, aunque esto sería otra cuestión. De una manera similar el movimiento contra el racismo y la xenofobia ha logrado al menos el respeto no total pero en gran parte de muchas personas que antes eran excluidas por su color de la piel. Y esto demuestra que el sistema puede adaptarse a los cambios que demanda la sociedad pero estableciendo para ello su nuevo código moral.

En la historia también se ha demostrado a su vez que los diferentes modos de vida sociales han tenido que imponer su propio código moral cambiante a medida que cambiaban las costumbres sociales y en este código ha desempeñado un papel crucial la moral interesada, sin la cual muchos de los supuestos avances culturales y/o técnicos no se podrían haber realizado y posiblemente no estaríamos como estamos. ¿Significa esto que cuanto más compleja es una sociedad menos relevancia tiene la verdadera moral? Por ejemplo, el hecho de que el ser humano se diera cuenta de forma gradual de que era mejor domesticar animales que cazarlos -o al menos menos peligroso- hizo que la ganadería -y también la agricultura- fueran posible y por tanto formas de vida sedentarias; que después se dieron cuenta de que la agricultura  alimentaba a mucha más gente y esto hacía aumentar el grupo es algo que se cae por su propio peso. Pero cuanto más se avanzaba en este sentido más se perdía en actos de moral y es que aquellas personas -al igual que muchas de hoy- no se planteaban sobre la voluntad del propio animal que decidían matar o criar. Nada se puede reprochar a individuos que solo se guiaban por cuestiones de subsistencia y adaptación.

Ahora, tras diez mil años de aquellas épocas ya lejanas pero cruciales en nuestra evolución, se quiere volver a rescatar la verdadera moral, reprimida en muchas almas, sin darnos cuenta de que ésta no puede ser sino una ilusión, una utopía o incluso una cuestión frívola. La moral verdadera es simplemente incompatible con una sociedad sistematizada que ha demostrado ser incapaz de vivir acorde al medio físico que le rodea, una sociedad que se empeña en vivir al margen y a costa de dicho medio y de las formas de vida que lo componen.

Porque, ¿cómo se puede aspirar a practicar una moral verdadera en sociedades que se aprovechan de otras, que las invaden, las transforman, las desplazan o exterminan? ¿cómo se puede esperar que la moral se imponga en una sociedad que desarrolla formas de vida parasitarias y destructivas en el medio físico que le rodea? ¿cómo se puede esperar que llegue una forma de moral verdadera en una sociedad que no reconoce estos hechos, que los niega y los desprecia? y finalmente, ¿cómo se puede esperar la moral verdadera en una sociedad que se engaña a sí misma permitiendo y fomentando la nocividad entre sus individuos? No se puede esperar nada de esto mientras continúe este modo de vida y todo intento de mejora o cambio no son más que vagas y falsas expectativas que refuerzan la única forma deformada de moral, la moral interesada.

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